Año 1967 en Las Vegas. La joven secretaría Janice McWilliam estaba de vacaciones en la ciudad con una amiga, era de noche y presenciaban una actuación de Marlene Dietrich cuando se dio cuenta que en la fila de delante estaba sentado el actor Cary Grant, ídolo de su madre. Sin pensárselo un momento, se levantó y se acercó al actor para pedirle un autógrafo.
Grant, siempre atento, se lo firmó sobre sus rodillas y entabló una conversación con la joven quién le dijo que era de Bristol, ciudad inglesa donde él había nacido y pasado parte de su infancia, etapas de las que no tenía gran recuerdo, pues su padre tuvo problemas con el alcohol y su madre estuvo ingresada largas temporadas en el manicomio.
Janice no podía ni imaginar que tras ese autógrafo, Grant le daría su teléfono, y que almorzarían juntos al día siguiente empezando así una relación que duraría tres años.
Ni la diferencia de edad, Grant tenía 62 y Janice 32, ni el que el actor estuviera casado con Dyan Cannon, madre de su hija Jennifer, y cuyo matrimonio atravesaba una profunda crisis, fueron inconvenientes para vivir una apasionado romance; Grant le ofreció a Janice ir a vivir juntos a su mansión de Palm Springs durante seis meses y el resto del año en Bristol. "Yo entendí que él estaba intentando conseguir una pareja estable, pero yo no estaba segura y le di largas, aunque seguíamos viendónos" dice Janice.
Ella sabía que no iba a ser una relación duradera dada la fama de mujeriego del actor pero estaba dispuesta a vivir la relación el tiempo que durase; sin embargo la negativa a vivir juntos los fue alejando todavía más hasta el punto de romper su romance; el actor se casaría años después con su última esposa, Barbara Harris con la que convivió hasta su muerte en 1986 y Janice contrajo matrimonio con el que ha sido su marido del que ha enviudado recientemente.
"Ahora podría ser una viuda millonaria, pero no me arrepiento. Yo sé que soy la persona que más le ha querido" dice Janice.
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