Lauren
Bacall que
conquistó al público desde las primeras secuencias de su debut en “Tener o no
tener”, una película que la uniría para siempre en la gran pantalla y fuera de
ella a Humphrey Bogart, murió este martes en su casa de Nueva York a los 89 años tras sufrir, según las
primeras informaciones, un infarto cerebral.
Nacida en
1924 como Betty Joan Perske en Brooklyn e hija de inmigrantes judíos
originarios de Polonia (era prima del expresidente de Israel Shimon Peres) y
Rumania, sus padres se separaron cuando ella tenía 6 años.
De su madre,
adoptó más tarde el apellido Bacal, al que le añadió una segunda ele para
facilitar la pronunciación. Su mentor Howard Hawks le puso el nombre artístico
de Lauren. "Nunca fui adolescente", le dijo a Terenci Moix en una entrevista en la que se definió
como una persona "muy vulnerable e insegura".
Su mirada
felina y el mentón inclinado hacía abajo, es un gesto característico de la
actriz como reacción a su timidez.
Un año
después de “Tener o no tener” se casaría con el protagonista de “Casablanca”,
25 años mayor que ella.
Fueron los
años más felices de su vida, según reconoció alguna vez, una relación que se
prolongó durante 12 años hasta la muerte de Bogart por un cáncer de esófago.
Bacall, que
vivió buena parte de su vida en el mítico edificio Dakota, situado junto a
Central Park, llegó a estar prometida con Frank Sinatra, pero aparentemente la voz la dejó
tirada después de que la noticia se filtrara a la prensa. Se volvería a casar
años después con el oscarizado Jason
Robards, aunque la
afición del actor a empinar el codo acabó por arruinar la relación.
En los
últimos coletazos de su carrera, una trayectoria con altos y bajos y varios
silencios prolongados, la actriz de voz grave y gutural, como tamizada en
whiskey y cigarrillos, se asoció con directores como Lars Von Trier en
proyectos osados como 'Dogville' y 'Manderlay'. "Tenía lo que podríamos
llamar una personalidad dura. Quería lo mejor de ti y si no lo dabas te lo
hacía saber", dijo su nieto, Jamie
Bogart.
Bacall deja a
sus espaldas más 40 películas a lo largo de siete décadas junto algunos de los
más grandes, desde Howard
Hawks, John Houston,
Michael Kurtiz...
Hollywood
fue cicatero con
ella. Su única nominación al Oscar, por su papel de madre de Barbra
Streisand en 'El
amor tiene dos caras'
(1996), no le llegó hasta los 72 años y acabó escapándosele contra todo
pronóstico.
Más tarde la
Academia trató de compensarla concediéndole el Oscar honorífico en el 2009. Más
generoso con ella fue el teatro, que le concedió dos Tonys por sendos musicales
basados en clásicos del cine: 'Applause', una adaptación de 'Eva al desnudo', y
'La mujer del año'. Su palmarés se completó con el National Book Award obtenido
por la primera de sus dos autobiografías.
Fue musa del diseñador Yves Saint Laurent, quién la bautizó como "The look".