"El viaje acaba aquí" es la cita que aparece junto a la puerta de la Hacienda Brentwood en el 12305 de Fith Helena Drive, la casa en la que el 5 de Agosto de 1962 aparecía muerta Marilyn Monroe.
La rubia más explosiva que ha dado el cine de los últimos tiempos moría a los 36 años víctima de un "supuesto" suicidio de pastillas. Nacía entonces el mito.
Ayer miles de fans de todo el mundo recordaron a la Monroe en la celebración del medio siglo de su muerte.
Nacida bajo el nombre de Norma Jean Baker, el 1 de Junio de 1926, se crió junto a su madre tras ser abandonadas ambas por su padre; los problemas psiquiátricos de la madre de la actriz obligaron a que Monroe fuera internada en el orfanato de Los Ángeles desde donde a través de su ventana veía los estudios de la Paramount. Fue modelo y chica del calendario Pirelli antes de que le ofrecieran su primer papel como actriz.
Entre su repertorio destacan películas como: "Con faldas y a lo loco", "Los caballeros las prefieren rubias", "Niágara", "La tentación vive arriba", "Como casarse con un millonario", "Bus stop" o la maldita "Vidas Rebeldes" junto a Clark Gable y Montgomery Clift.
No fue nunca nominada a los Oscar pero si que ganó el Globo de Oro a la mejor actriz por su papel en "Con faldas y a lo loco".
Estuvo casada en tres ocasiones con James Dougherty, el jugador de beisbol Joe Di Maggio y el escritor Arthur Miller.
Vivió apasionados romances con compañeros de la profesión pero sin lugar a dudas los más sonoros fueron los mantenidos con los hermanos Kennedy, John y Robert.
A pesar de que nunca se confirmó se dijo que podía haber sido madre de un hijo fruto de su romance con John Kennedy y que también se quedó embarazada del actor Toni Curtis, con quién mantuvo un romance durante el rodaje de "Con faldas y a lo loco".
Geminiana zurda y disléxica con un coeficiente intelectual de 168 tenía entre sus manías lavarse la cara al menos quince veces al día y darse baños de hielo para conservar su belleza.
Su vecino en la posteridad en el cementerio de Westwood será ni más ni menos que Hug Heffner, propietario de la revista Playboy que compró la tumba adyacente a la del mito rubio.
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